- “Siempre estás igual”, le dijo soltando la bolsa de la compra y dejando las llaves de casa de manera brusca sobre la mesa siguiendo su recorrido hasta frenarse en un silencio incómodo.
La frase, a priori inofensiva y hasta la fecha habitual en su discurso enfadado, no pasaba desapercibida después de aquel curso de Practitioner en PNL que acaba de finalizar y exigía, por tanto, del enunciante mayor precisión en el enunciado.
- “Metamodelo”, le replica ella con serenidad.
- “¿Cómo?, recogiendo las llaves, ¿Qué dices?, jugando nervioso con ellas.
- “ Metamodelo del lenguaje”.
Ella se refiere al término que utiliza la Programación Neurolingüística para hablar de nuestra experiencia comunicativa con la realidad. Una experiencia basada en la percepción de nuestros sentidos que si bien es la nuestra, puede estar incompleta o distorsionada por nuestras propias ideas.
Toda experiencia con la realidad es un acto interpretativo y eso nos hace pensar que hay tantas realidades como interpretraciones. ¿Recuerdan lo del mapa no es el territorio? Mejorar nuestra comunicación nos convertirá en seres más empáticos y facilitará nuestra manera de hacer llegar nuestro mensaje de manera clara y sin confusiones. ¿Se imaginan además cómo sería la convivencia si todos asumiéramos que el discurso, argumentaciones, ideas, razonamientos de los demás son tan válidos como los nuestros? Construimos un modelo de la realidad y ese el traje que nos ponemos para relacionarnos. Nuestra visión de la vida, nuestro prisma. Yo creo, Yo pienso. Conformamos creencias y actuamos acorde a ellas.
Y para comunicarnos el lenguaje es ese traje que a veces nos queda pequeño y del que a veces nos cuelgan las mangas.
Nuestro mapa mental muestra algunas limitaciones y presenta tres categorías por donde la información tiende a embarrarse.
Nuestro deber como comunicadores será completar aquello que no se nos entrega en la conversación o se nos ofrece distorsionado, con el simple acto de preguntar hasta obtener la información que deseamos. Os propopogo que estéis atentos y atentas a estos tres aspectos a la hora de hablar: 1. Omisiones: Se elimina parte de la información en el discurso y dejamos al interlocutor con falta de información, con el consiguiente riesgo de que ponga de su parte para interpretarla como le venga en gana.
Omitimos al enunciar la referencia (“La gente siempre tiene prisa”: no sabemos quién es “la gente”, ¿toda la gente tiene prisa “siempre”?) , el verbo es inespecífico (estoy enfadada ¿estás enfadada con todo lo que te sucede o por un asunto en concreto? ¿Qué te hace enfadar?), se compara (“es lo mejor” ¿es lo mejor comparado con qué?) , se generan normalizaciones (quiero ser feliz (habría que ponerse de acuerdo de lo que felicidad significa para cada uno) se emiten juicios (los hombres no lloran ( ¿Dar por sentada una idea basada en una creencia ¿No hay ningún hombre que llore?) 2. Distorsiones: Se cambian datos por olvido o por propia interpretación, distorsionamos el mensaje con nuestro mapa. Por ejemplo, es bien común encontrarse con la “Lectura Mental” ( “Luis me odia” ¿cómo sabes que te odia?,) la “Equivalencia compleja” (Ya no tiene interés, no me ha contestado al mensaje) ¿. Que no conteste al mensaje quiere decir que no esté interesado? ¿Puede haber otros motivos por los que no haya contestado?), las “Presuposiciones”: Será un infeliz toda su vida (¿Cómo puedes saber cómo va a ser el resto de su vida?¿en qué te basas para decir eso? 3. Generalización: Se le da categoría de universal a aspectos particulares de nuestra propia experiencia, es decir, pensamos que lo que nosotros creemos es lo que cree todo el mundo, o que una determinada cosa no tiene posibilidad de cambio y se manifiesta siempre de la misma manera. La generalización impide ver la individualidad y la diferencia. Si alguien dice de si mismo: “No sé hacer nada bien” se está condenando a ejercer de eso, pero ¿realmente no hay nada que sepa hacer bien? En este caso los “siempre”, los “nunca”, los “Todo” ayudan bien poco al discurso, no son buenos compañeros. Creo que ahora ya podemos retomar la frase con la que iniciaba este artículo y entenderla con mayor sentido: “Siempre estás igual” . ¿qué pretende decirle él a ella? ¿Qué absolutamente en todas las ocasiones ella reacciona de la misma manera? ¿Hay alguna vez en la que no reaccionara así? ¿Qué significa igual? ¿Qué es lo que le ha molestado específicamante en ese momento? Cuando generalizamos tendemos a inmovilizar las cosas, no les damos opción a que se muestren de otra manera, miramos con un filtro que en ocasiones nos impide ver y vernos de otra manera, o amplificamos una emoción o un estado que acaba afectando a todo en vez de tratarlo específicamente.
Propongo, en definitiva: - que cuidemos la manera en la que hacemos llegar la información
- que evitemos caer en la tentación de meter nuestro mapa cuando la información que nos llega sea imprecisa o incompleta.
- que preguntemos para saber la intención de la otra persona antes de imaginar lo que nos habrá querido decir.
- que evitemos dar por supuesto cosas que quizás la otra persona no está entendiendo. - que no nos pongamos límites con los “nunca”, “nada”, “siempre”. Y acabo con una cita de Echeverría, padre del coaching ontológico, quien sostiene que el lenguaje es generativo: “El lenguaje, por lo tanto, no sólo nos permite describir la realidad, el lenguaje crea realidades. La realidad no siempre precede al lenguaje, éste también precede a la realidad. El lenguaje, postulamos, genera ser.” (en Ontología del Lenguaje) Feliz semana!
Fuente: http://www.creartecoaching.com/el-metamodelo/